Industrias Gandolfo!

jueves, 9 de junio de 2011

Noches II

Como cualquier hijo de veterinario, después de días cansadores, su cama lo invitaba a compartir la noche. Cedía a la tentación del colchón con la esperanza de que ésta fuera la noche en que nada pasara.

Pero bastaba que su cabeza apoyara en la almohada para que el colchón comenzara a bailar algún ritmo de moda. La mesa de luz se emborrachaba y comenzaba a tirar botellazos contra las paredes. Los botines cantaban arias. La silla corría por las paredes y daba vivas a la república. Las sábanas sufrían un brote sicótico. La lámpara del techo, emulando a un faro, giraba su haz lumínico dando en la cara con asombrosa puntería. La ropa del placard iniciaba una guerra civil y daba comienzo a una nueva era de esclavitud de los pantalones. Por la ventana intentaba entrar un hipopótamo.

En plena madrugada los botines se cansaban de cantar y jugaban barajas, mientras fumaban habanos y emitían risotadas. Una frazada se transformaba en la reina de los insectos. La vajilla de la cocina iniciaba una protesta contra la verdad universal y se subjetivaba en manifestación de tenedores golpeando platos. El velador se creía Gardel. Un loro aseguraba ser el generalísimo. Un semáforo se asomaba a la puerta mostrando las tres luces azules de siempre. Un sinfín de golondrinas comienza a sobrevolar la cama.

Casi amanece cuando la mesa de luz corre al placard con una molotov en la mano. La silla golpea la cama. El colchón decide inundarse en llanto. Moscas invaden el territorio aéreo. La ropa, en ordenado desmán, intenta dar vuelta un auto. Los cuadros abusan de las paredes y los tornillos abusan de las tuercas. Un sinfín de canarios descansa en la lámpara del techo y humillan el piso circundante.

Al fin sale el sol. Todo vuelve a la normalidad. Cuando suena el despertador no despierta a nadie, ya que nadie pudo dormir.

Otro día comienza.


Catriel Fernandez / Poet